viernes, 28 de febrero de 2014

Un Vaso Y Un Trozo De Cartón


El vaso, sobre el cual había cinco dedos índice, iba moviéndose, buscando letras en la tabla y formando una palabra con ellas. Pasó por la T y se dirigió con paso firme hacía la E.

- Muerte. - Dijo Jimmy. Su voz aniñada parecía dominar la situación. No tanto su rostro. Sobre su labio recaía una más que fundada sospecha de sudor. - ¿Alguien va a morir?

El vaso pasó por el centro del tablero y no paró hasta encontrar el SÍ. Hubo un silencio. Duró lo justo para que los cinco amigos tragaran saliva. Si lo hubieran ensayado no les habría salido tan al unísono.

- Pregúntale quién, tío. - Dijo Marty.

Los demás le miraron con la misma mirada que habrían puesto unos jugadores de Ruleta Rusa al ver el revólver.

- Estarás de coña, ¿no, Marty? - Dijo Jimmy.
- Oh, vamos... No creeréis en todo esto, ¿verdad? - Las miradas seguían clavadas en Marty. Eran miradas que decían: “¿Por qué no te vas a la mierda, Marty?” - ¿Creéis en estas tonterías? Vamos chicos... Está bien, lo preguntaré yo mismo. ¿Quién va a morir?

Las miradas abandonaron a Marty para centrarse en el vaso tan pronto como este se empezó a mover. Fue vagando por el tablero. Pasó por la M. De ahí fue hasta la A. De ésta dirigió sus pasos hacia la R. Las miradas ahora compartían su tiempo entre el vaso y Marty. Llegó a la T. Ya nadie miraba al vaso. Todos sabían la dirección que iba a tomar. El vaso no les defraudó y llegó a la Y, como estación término.

Hubo otro silencio. En este caso el único que tragó saliva fue Marty, los demás suspiraron aliviados.

- ¿Le preguntamos también cuándo, Marty? - Dijo Jimmy. Hubo unas leves risas nerviosas de los cuatro que no habían visto su nombre deletreado.

Marty permaneció callado. Con la mirada fija en el vaso. De repente pareció despertar de un sueño.

- Sí, claro. - Dijo. - Vamos, no son más que bobadas. Seguro que lo está moviendo uno de vosotros.

Los demás lo miraron entonces con la misma inocencia de unos corderos a la puerta del matadero. Los ocho ojos decían: “Pues no, yo no he sido...”

- No me miréis así. - Prosiguió Marty. - Nos conocemos, sé que alguno de vosotros mueve el vaso. Seguro que es Bob. Es típico de él. Venga, sigamos con la broma. No es plan de aguarle la fiesta a Bobby. - Puso un gesto solemne y trató de que saliera una voz acorde. - ¿Cuándo voy a morir?

Todos volvieron a mirar al tablero. El vaso se puso manos a la obra y fue reclutando letras. Con las que consiguió, un buen jugador de scrabble las habría aprovechado para escribir: Pronto.

Marty fue el primero en apartar el dedo del vaso.

- Bueno Bob. Ha sido muy gracioso, pero ya me he cansado. - Ahora su voz sonaba con indicios de enfado.

Bob le miraba como si conociera el rostro de Marty pero no acabara de saber de qué.

- Tío, te juro por mi vida que yo no era. - Dijo por fin Bob.
- ¿Jimmy? - Dijo Marty buscando con la mirada a su amigo.
- No tío...
- Vamos, no me jodáis... - Los otros cuatro le miraban como el que asiste a un funeral y se está despidiendo del muerto. - Vale, lo reconozco, estoy acojonado. Lo habéis conseguido. Ahora decidme quién movía el vaso. -  Silencio. - Mirad, como broma ha estado bien. Ahora decidme la verdad y nos reímos todos juntos.

El silencio decidió quedarse un rato más para ver qué pasaba. Los cuatro amigos de Marty empezaban a sentirse incómodos.

- Está bien. Me voy a casa, así os podréis reír a gusto a mi costa.

Marty se levantó y salió del viejo almacén en el que se reunían los cinco amigos, para fumar, beber, hablar de mujeres o, como ese día, para jugar a la Ouija. Los demás se miraron y decidieron que quizá Marty era un borde, pero desde luego era mejor compañía que una Ouija y lo que fuera que la hacía escribir. Para cuando salieron los otros cuatro Marty y su bicicleta apenas era una mancha en el horizonte. Se despidieron con la mirada más que con palabras y se marcharon cada uno a su casa con un único objetivo: no comentar lo ocurrido en mucho tiempo.


Eran poco más de las nueve de la mañana cuando Marty oyó a su madre llamarle a gritos. Abrió los ojos y se dijo que más valía que fuera algo importante, no era muy humano despertar a un chico a esas horas en sus merecidas vacaciones veraniegas.

- ¡Marty! - Dijo la madre abriendo la puerta del cuarto de Marty. - ¿No me oías cielo?
- Trataba de dormir, mami. - Contestó Marty entre bostezos. - ¿Qué pasa?
- Es Jimmy. Está al teléfono.
- Está bien. Gracias mamá, lo cogeré aquí.

Esperó a que saliera la madre para descolgar su teléfono y no comenzó a hablar hasta que oyó a su madre decir: “Ya se pone, Jimmy. Saluda a tu madre de mi parte”, y colgar el teléfono del salón.

- Dime.
- ¿Marty, estás bien? - La voz de Jimmy sonaba nerviosa, al borde del colapso.
- Pues claro que estoy bien. ¿Para eso me despiertas? ¿Aún piensas que lo de ayer era de verdad?
- ¿Sabes lo de Bobby?
- ¿Ya se ha decidido a dar la cara? Estaba claro que era él. No podía ser otro.
- Ha muerto.
- ¿Qué?
- Que ha muerto.
- Pero... Pero... ¿Cómo? ¿Cuándo?
- Anoche. Después de irnos del almacén. No llegó a su casa. Sus padres, al ver que tardaba llamaron a mi casa. Les dije que yo hacía ya un buen rato que estaba en casa, había cenado incluso. Por lo visto después llamaron a la policía.
- Jimmy, tío, espero que no sigáis con la bromita. Si es así, mejor que lo dejes ahora, porque me puedo cabrear y mucho. Hay cosas con las que no se bromea...
- ¿Me quieres escuchar? Te estoy diciendo que Bobby esta muerto, Marty. La policía lo encontró en el camino de tierra, entre el almacén y la fábrica.
- Dios, Jimmy... ¿Qué... Qué le pasó? ¿Qué le hicieron?
- No lo sé. Por lo que he oído decir estaba bastante desfigurado. Era casi imposible reconocerle. También dicen que tenía un dedo índice amputado.
- ¡Joder! Mierda, Jimmy... Bob... ¡Joder! ¡Era mi amigo!
- Y el mío... He hablado con Fred y con Charlie. Vamos a ir al almacén esta tarde, ¿vendrás?
- Claro... Claro... Sí, allí estaré...
- Bien, nos vemos a eso de las cinco.


 Cuando llegó Marty al viejo almacén sólo estaba Fred allí. Se miraron y sin mediar palabra se fundieron en un abrazo. Aún estaban abrazándose cuando entró Jimmy. Los otros dos le invitaron al abrazo con un leve gesto. Jimmy no rechazó la invitación.

- Pues si que tarda Charlie... - Fue Fred el que rompió el momento íntimo.
- Sí... - Dijo Jimmy.
- Sí... - Dijo Marty, apoyando la moción.

Las miradas de los tres se encontraron. Una vez juntas decidieron ir en busca de la Ouija, quizá por aquello de: “La unión hace la fuerza”. El tablero seguía donde lo habían dejado el día anterior, junto al vaso. Se volvieron a mirar, esta vez con indecisión, y miraron al tablero como acusándole de asesinato.

- Vamos a romperlo. - Dijo Marty.
- No. - Dijo Fred. - Usémoslo otra vez.
- ¿Estás loco? Mira lo que le ha pasado a Bob... - Replicó Marty.
- ¿No era que no creías en estas cosas?
- Y... Sigo sin creer... - La voz de Marty se diluía, como si se le escapara por un sumidero. - Pero creo que ya tuvimos bastante ayer. Además, ¿no deberíamos esperar a Charlie?
- ¿Tienes miedo? - Dijo Jimmy.
- ¿Miedo? No... ¿Por qué iba a tenerlo? Sólo es un vaso y un trozo de cartón...
- Vamos entonces. - Dijo Fred.
- Esta bien... - Accedió Marty.

Los tres se sentaron en el suelo, como la tarde anterior, formando un círculo. Ninguno de los tres parecía querer ser el primero en poner su dedo sobre el vaso. Finalmente fue Marty el que lo hizo.

- Está bien. Empecemos cuanto antes. ¿Quién pregunta?

El vaso se movió, sólo necesitó dos letras: Tú. Fred y Jimmy miraron a su amigo. Éste trago saliva y respiró profundamente. Parecía que el color sonrosado de su piel estaba haciendo las maletas y dispuesto a tomarse unas vacaciones.

- Vale. Preguntaré yo: ¿Sabes lo de Bobby?
“Sí”
- ¿Sabes quién le mató?
“Sí”
- ¿Quién fue?
“Yo”

El vaso volvió al centro del tablero. Los tres amigos lo miraban incrédulos. Quería apartar los dedos del vaso, pero la fuerza de la voluntad había hecho pocas pesas. El vaso ganó el pulso y los dedos seguían sobre él.

- Pues si que tarda Charlie... - Dijo Fred intentando quitar importancia a lo que acababa de presenciar.

El vaso se movió: Sí. Se quedaron inmóviles, si alguien hubiera querido hacer una estatua de aquella situación, aquel habría sido el mejor momento.

- ¿Sabes lo que le pasa a Charlie? - Continúo Marty con el interrogatorio.
“Sí”
- ¿Está... Está bien?
“No”
- ¿Esta... Vivo? - Las miradas de los tres se concentraron en el vaso, suplicando, como manifestantes a la puerta de una cárcel pidiendo la abolición de la pena de muerte.
“No”

Hubo un silencio. Si dieran premios a los silencios aquel se habría llevado unos cuantos.

- ¿Lo... Lo has... Matado... tú?
“Sí”

Fue Fred el primero en sacar su dedo de encima del vaso y levantarse.

- Yo me piro tíos. - Dijo.

Los otros dos se miraron como diciendo: “Pues no seré yo el que se quede aquí...”, y se levantaron también.

- ¿Qué hacemos con... con... eso? - Dijo Marty.
- Deberíamos... Quemarla o algo... Sí, eso haremos. Mañana venimos con una lata de gasolina y quemamos la jodida Ouija. - Dijo Jimmy.

Tras una última mirada furtiva al tablero salieron del almacén. En la puerta se despidieron. Antes de separarse y tomar cada uno el camino hacia su casa decidieron quedar a la misma hora del día siguiente.


Marty y Jimmy llegaron a la vez. Se saludaron y entraron al almacén. La ouija estaba esperándoles, con el vaso en el centro. La miraron con desprecio y odio. Se sentaron. Jimmy había llevado una lata de gasolina que había cogido del garaje de su casa. El tiempo transcurría y Fred no llegaba. Marty y Jimmy empezaban a impacientarse.

- Fred se ha rajado, como si lo viera... ¿Y si empezamos sin él? - Dijo Marty.
- ¿Y si... Y si le ha pasado algo? ¿Por qué... No le preguntamos...? Dijo Jmmiy señalando al tablero con la mirada.
- Joder, Jimmy, ¿no has tenido bastante?

Jimmy no contestó, se limitó a mirar a su amigo.

- Joder... - Dijo Marty. - No me gusta nada esto, tío, no me gusta nada. Vale, la última vez, pero luego nos encargamos de esta hija de puta. - Sacó unas tijeras de podar de su mochila e hizo el gesto típico de los peluqueros cuando están decidiendo qué pelos son los que le sobran al cliente.
- ¿Para qué son? - Preguntó Jimmy
- Para darle su merecido.

Se sentaron uno frente al otro y pusieron sus dedos sobre el vaso por tercer día consecutivo.

- ¿Fred también está muerto? - Dijo Marty, erigiéndose como maestro de ceremonias.
- Joder, Marty, que directo.
- Es mejor acabar cuanto antes con esto.

El vaso se movió bajo la atenta mirada de los dos: Sí

- ¿Quién lo ha matado? - Continúo Marty.
“Yo”

Jimmy seguía mirando al tablero cuando cayeron tres dedos índices sobre él. Para cuando miró a Marty este ya blandía las tijeras en la mano derecha y lo miraba sonriente.

- Es tu turno, Jimmy. - Dijo Marty.
- ¿Tú?
- Oh... Que ingenuo... ¿Aún creías que había sido un espíritu?
- Pero... ¿Por qué? ¿Qué te pasa por la cabeza Marty? ¿Qué coño te pasa por la cabeza?
- Me encantaría darte explicaciones, pero llegó tarde a la cena y ya sabes que a mi padre no le gusta que llegue tarde.
- Tu padre... Murió hace dos meses Marty...
- ¡Tú qué sabrás!
- Marty, en serio, ya la has cagado suficiente, déjalo estar. No tiene ningún sentido que me mates a mí también.
- Quizá tengas razón... A lo mejor no te tengo que matar a ti también... Deja que me lo piense... Sabes que he matado a los otros tres... Decidido: eres el siguiente.
- Marty, no puede salir bien, aunque me mates a mi te cogerán.
- Sí, bueno, eso ya lo veremos. Ahora, si eres tan amable, no me lo pongas más difícil. No es agradable, ¿sabes? Ya es suficiente con la sangre y demás, así que si te ahorraras la conversación y las súplicas, sería un detalle.

Se abalanzó sobre Jimmy, éste le esquivó y echó a correr.

- Joder, Jimmy, sabes que corro más que tú. Anda, hagámoslo fácil.

Jimmy corría, pero era cierto, Marty corría más. Antes de llegar a la puerta ya le había dado alcance. Le dio la vuelta el tiempo que lo empujó contra la pared. Sin que Jimmy tuviera tiempo de reaccionar comenzó a apuñalarle con las tijeras. La primera herida fue en el cuello. Acertó en la aorta y Jimmy empezó a sangrar. Parecía un géiser.

- Joder, tío, mira como me estás poniendo. - Dijo Marty. - Menos mal que me he traído otra ropa...

Continuó asestándole puñaladas por todo el torso. La camisa hawaiana de Jimmy se iba llenando de ronchas de sangre. Sus ojos miraban a los de Marty, le preguntaban el porqué, le suplicaban que parara, pero también le miraban perdonándole.

- Deja de mirarme así. - Dijo Marty. - No necesito tu compasión. No necesito a nadie. Necesitaba a mi padre ¿y qué hizo? Estrellarse con el puto camión cisterna. Maldito imbécil...

Soltó el cuerpo sangrante de su amigo. Cuando ya estuvo en el suelo comenzó a patearlo con rabia, al tiempo que comenzaba a llorar. Cogió la mano derecha de Jimmy y le cortó el dedo índice.

- Joder, Jimmy... Yo... No quería que esto pasara... Mierda...

Se abrazó a su amigo. Las lágrimas de Marty se fundían con la sangre de Jimmy. Se levantó y se dirigió hasta su mochila, que estaba junto a la ouija. Buscó hasta encontrar un revólver. Tras juguetear un rato con el tambor del mismo se introdujo el cañón en la boca y apretó el gatillo. El disparo hizo eco con las paredes del viejo almacén. Marty cayó de costado, mirando al tablero por última vez. El juego había terminado. Cerró los ojos cuando el vaso comenzaba a moverse. Fué recorriendo el tablero:

Marty, te quiero, papá.




miércoles, 26 de febrero de 2014

60 Días Para El Lanzamiento: Gravedad


En episodios anteriores... 70 días... y 65 Días...


Hoy estoy contento. Ha sido un gran día. He visto la nave por primera vez, aunque sólo por fuera. La primera impresión que me ha dado es que es grande. Muy grande. Pero no grande de: “pues esta casa es grande, el salón tiene treinta metros cuadrados, y la terraza otros quince, que puede acristalar y adjuntarla al salón…”. No. Ahí dentro debe caber, a poco, cinco casas como la mía.
Lo que no entiendo es cómo puede hacer un gasto como ese para un capullo como yo. Porque, aunque no me elijan a mí, no creo que los que se presenten sean mucho mejores. Teniendo en cuenta que piden a gente sin muchas ataduras… Ellos verán.
Aunque, por otro lado, con tanto gasto…,  a saber lo que quieren averiguar a mi costa. Espero que dejen mis orificios corporales tranquilos. Que uno lee cosas de las abducciones extraterrestres, y por lo visto a los de por ahí fuera son muy de explorar cavidades. Vamos a respetarnos… O por lo menos que me lleven a cenar antes, qué se yo…
Lo que parece claro es que a Murcia ya no me envían. Para eso con un Opel Corsa de segunda mano ya les serviría. Es un alivio, desde luego. Por muy hermosa que sea Murcia, ya estuve, y no es plan que el segundo viaje de mi vida sea a la misma ciudad.
Llevan unos días intentando explicarme ciertos aspectos que debo tener en cuenta. Que serían de vital importancia si soy el elegido. Pero he de decir que no me acuerdo ni de la mitad. Y de la mitad que me acuerdo estoy casi seguro que la entendí mal. Iba a tomar apuntes, pero debido a la falta de costumbre, a lo poco que he escrito a mano en mi vida, he cogido una enfermedad de esas de nombre raro. Bursitis, creo que se llama. Que yo al principio creía que era una alergia a las bolsas de plástico o algo así. Pero no. Por lo visto eso les pasa a los tenistas y a los golfistas y gente así. Que no le veo yo la relación a un boli y a una raqueta, pero bueno, si ellos lo dicen… Lo bueno es que mantendré el contacto con la gente de la Agencia durante todo el viaje, así que ante la duda, ellos me dirán qué hacer.
También han tratado de explicarme todo lo relacionado con la gravitación. Y, bueno, por lo que he entendido ahí dentro tendré gravedad. Cosa que se cae por su propio peso, pero ellos me lo han explicado como si hubiera más opciones.
En fin… Ahora sólo me preocupa llevarme bastante tabaco para todo el viaje...


Continúa aquí...