domingo, 28 de septiembre de 2014

#150Palabras (Canto, Promesa y Vista): Fecha Límite


Había hecho una promesa. Una de esas que no se sabe si se podrán cumplir, ¿acaso uno lo sabe a ciencia cierta cuando las hace? Pero él la hizo. Y la hizo porque había una causa de fuerza mayor: el amor. Nunca antes se había enamorado de esa forma. Nunca. Por eso le prometió que conseguiría la cura para solucionar el problema de ella.

Ella le puso una fecha límite. No lo hizo por presionarle, lo hizo porque sabía que de no encontrar una cura, esa fecha sería la de su partida. Debía volver con su familia. Con los suyos.

Él no pudo cumplir con su promesa. Ella se despidió con un beso y un adiós, que quería sonar como un hasta pronto. Ambos comenzaron a llorar. Ella se zambulló en el mar y comenzó  mover su cola, sin mirar atrás. Él siguió llorando, sin perderla de vista, sin dejar de escuchar su canto. Nunca podría dejar de escuchar su canto.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Entrada 150, una mirada al pasado: Querido Diario...

Esta es la entrada 150 de este blog. No mentiré si digo que no esperaba pasar de la 5ª (en realidad no esperaba pasar de la 2ª... jeje). Para celebrarlo voy a volver a tirar de una entrada antigua. Muy antigua. En realidad la más antigua. Data del día 2 de spetiembre de 2001. Fue la primera "cosa" que publiqué en ficción. Lo hice en una lista de correo que teníamos unos amigos de un grupo del IRC Hispano (a muchos de vosotros esto os sonará a chino... Estamos hablando del pleistoceno de Internet). Se me ocurrió, por aquel entonces, la idea de hacer una especie de diario, cuyo protagonista (chinan, que también era mi nick por aquel entonces) nos narra sus peripecias, sus paranoias, las cosas que le sacan de quicio, noticias que no entiende... Se podría decir que chinan es el embrión de muchos de los protagonistas de mis historias actuales. Puede que este personaje y su diario vuelvan a aparecer por este blog, o puede que no. Lo que sí espero es que os guste.


Hoy he vuelto a intentar quitarme la vida. La idea era abrir el gas y meter la cabeza en el horno. Todo iba según lo previsto hasta que me ha dado un golpe de tos y de la inercia me he estampado con la nariz en el grill... Para mayor desgracia se acabó la bombona de butano y al reponer la nueva creo que he sufrido un esguince en la espalda. Ahora estoy postrado en la cama en posición fetal... Quizá esto haya sido una señal de algo... Aun así la idea de la muerte me horroriza. Con lo grande que debe ser aquello,¿ habrá un buen sistema de transportes? Solo me faltaba morirme y andar como alma en pena toda la eternidad. Esa debe ser la señal, conduce mientras vivas que ya andarás el resto de tu muerte.

Chinan

PD. Llamar al del butano que nos estamos quedando sin bombonas.


martes, 23 de septiembre de 2014

Mensaje En Una Botella


La tarde no podía ser más apacible. El sol ejercía de acompañante silencioso. Yo me encontraba  en la terraza. Estaba deleitándome con un vino de Navarra cuando sonó el teléfono. Alguien contestó con el inalámbrico y dijo: “es mi madre. Dice que ha encontrado una botella con un mensaje tuyo… “



Todo esto habría sido de lo más normal, de no ser porque vivía solo desde hacía años. Miré hacia el lugar dónde venía la voz, había una figura con un teléfono en su mano. Ante la incredulidad de mi cerebro, cerré los ojos, pensando que quizá sería una alucinación. Los volví a abrir, la figura permanecía allí. Me resultaba extrañamente familiar. Como si fuera de mi propia familia. Esto era poco probable, ya que yo era hijo único. Mis padres habían fallecido años atrás. Y, ¡qué diantres! ¡Vivía solo! Lo peor vino después. En la siguiente frase de la figura.



     Papá, ¿no me has oído? Es mamá, que dice que ha encontrado una botella con un mensaje tuyo.



Casi me dio un vuelco el corazón. Yo no estaba, ni había estado, ni tenía planes próximos, de estar casado.



De repente un recuerdo se abrió paso en mi caótica mente. Yo había enviado un mensaje en una botella, cuando era adolescente, a ningún receptor en particular. Solo puse: “a mi futura esposa”, y el texto era una carta muy cursi.



Pero así y todo, eso no explicaba toda aquella situación. ¿Había viajado en el tiempo? ¿Era todo fruto de un sueño? ¿Una premonición? No iba a tardar en salir de dudas.



La figura dio unos pasos y le pasó el teléfono a otra figura que estaba sentada junto a mí. Esto me estremeció. Era otra figura que me resultaba familiar. De un brinco me levanté. Hecho este que no pareció inmutar a ninguno de los dos.



Entonces hubo algo que me sacó de dudas. Comencé a ver fotos mías por todo el interior de la casa. En cada una de ellas aparentaba una edad distinta. Y en alguna de ellas salían mis acompañantes.



     Maldito chisme, desde que murió tu abuelo anda siempre con las interferencias… —Escuché a uno de ellos.



Las luces parpadearon hasta que una de ellas estalló. Entonces vi mi figura desvanecerse en el reflejo de una ventana…




domingo, 21 de septiembre de 2014

#150Palabras (Cordón, Húmedo y Suerte): Un Tipo Con Suerte


El viento empujaba con fuerza los cristales de aquellas ventanas añejas. Él sabía que aguantarían. Confiaba en su suerte, después de todo siempre le había acompañado. ¿A qué se debía si no que hubiera encontrado aquella cabaña en medio del bosque? A su buena fortuna, sin duda. Él lo tenía claro.

¿Cómo podía no haberse constipado a pesar de haber pasado varias horas húmedo, por la lluvia, y sin abrigo, perdido en aquel bosque? Porque así lo quiso su buena suerte. Era el cordón al que siempre se podía agarrar, por alto que fuera el precipicio. Ese era el motivo por el cual no tenía miedo a nada. Sabía que su amiga siempre estaría allí.

Quizá por eso siguió confiando en ella en aquel momento. Por mucho que la razón le dijera que huyera, que aquella… cosa... era real, por mucho que contradijera toda lógica. Quizá por eso su cara era más de sorpresa que de miedo cuando encontraron su cadáver.



miércoles, 17 de septiembre de 2014

El Libro Del Advenimiento (XVII): Punto De Partida

Aquí empezó esta historia. Y el capítulo anterior es este.



No te enfades —Dijo con cierto miedo el Libro de José Andrés.

     Uy… cuando alguien empieza así una conversación… mal asunto… ¿Qué has hecho?

¿Yo? Eh… nada… bueno… eh… He tratado de ponerme en contacto con los otros libros… Pero nada más… —Dibujó una carita sonriente, tratando de suavizar la noticia.

     ¿Qué has hecho qué?

Que he tratado de po…

     Ya, ya, te he leído.

Pues eso… —Escribió, casi seguro de que acto seguido le podía caer una buena bronca.

     Estoy esperando a que te expliques…

Ah… Vale… Ejem… Verás, la idea me vino por lo extraño de esta situación… Si ya era prácticamente imposible que “apareciera” otro grupo… El que llegáramos a tres era inconcebible desde el punto de vista… —Miró a José Andrés, entendió que no estaba para zarandajas. — En definitiva, ese fue el motivo por el que traté de ponerme en contacto con ellos.

     Y…
Pude hablar con ellos. Y los dos estaban igual de sorprendidos como yo. Así que decidimos… Eh… No sé si decírtelo…

     Si hombre, dímelo. Total, ¿qué te puede pasar en este piélago? Como mucho que te lance al fondo del Atlántico.

Bueno, con respecto a eso… Mejor no te asomes todavía al óculo.

     ¿Al qué?

A la ventanita del barco…

Fue exactamente eso lo que acto seguido fue a hacer José Andrés. Lo que vio no fue la inmensidad del océano, al contrario, vio el puerto, a varios de los muchachos jugando con una pelota, a otro paseando con una motocicleta, incluso alguna parejita haciendo algo más… erótico-festivo.

     ¿Qué ha pasado? ¿Hemos llegado ya a la otra costa?

No… No, exactamente… —La mirada del mesías le hizo que continuara sin pausas innecesarias— En realidad no estamos de nuevo en la península.

     Cómo no vamos a haber salido de la península. Recuerdo perfectamente que ayer, cuando me fui a la cama, estábamos a dos días de… ¿Qué has hecho?

¿Yo? Nada… Nada… Entró una de las muchachas, Natalia, la hermanita de Braulio… —Otra vez la mirada le dio a entender que quería la explicación a párrafo corto— ejem… pues ella. Vino  a ver si querías algo, y vio que yo estaba en el suelo, junto a la entrada. Al recogerme aproveché para darle una pequeña indicación… Y… Bueno…

     ¿Has hecho que el barco volviera a Coruña?

En realidad he hecho que nunca haya partido…

Hubo un silencio. Uno de esos largos. Muy largos. Uno de esos a los que sólo le habría faltado que el viento entrara silbando, con ese sonido fantasmagórico tan característico, por la rendija de una ventana mal cerrada para hacer aquel momento más terrorífico para el Libro.


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Mientras tanto en Montana.

¿Cómo ha podido pasar? —El libro sonaba regio, como habría sonado un gran general del Imperio Romano.

     Bueno… Verá… Eso no lo sabemos todavía —Argumentaba entre balbuceos su interlocutor— Pero estamos trabajando en ello…

Está visto que si os dejo un poco, sólo un poco, con la correa floja… Voy a tener que daros las órdenes sin ningún tipo de posible interpretación, ¿no es eso?

     Esto… Ejem…

No hace falta que contestes. Era una pregunta retórica. Así que ahora, la situación es que, los tres grupos han vuelto a sus lugares de origen. Sin saber cómo ni porqué. Sin saber si conocer nuestro plan ya o si sólo sospechan.

     Sí…

¡No he acabado!

El lector parecía menguar por momentos.

Si saben nuestro plan… O si no lo saben, pero comienzan a deducirlo… No podemos permitirlo. ¡Es inadmisible! Panda de inútiles…


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     ¿Quieres decirme por qué no debo quemarte? Porque por lo que sabemos… has conseguido condenar a nuestro grupo a una muerte segura.

No.

     ¿No?

No. Todos los grupos han vuelto a sus lugares de origen.

     Ah, claro, porque es muy inteligente confiar en gente que se está jugando la vida contigo.

No. Estuvimos hablando. Razonando. Buscando posibilidades… Y al final dedujimos que siempre fuimos tres grupos. Desde el principio. Y que seguramente el viaje a Chichén Itzá era una trampa.

     ¿Una trampa? ¿De quién?

Creemos que de un cuarto Libro.

     ¿Un cuarto libro? ¿Cuántos más van a aparecer? ¿Infinitos?

No lo sabemos. Creemos que no. Que aquel libro… Podría ser… EL LIBRO.

Hubo otro silencio. De ese tipo de silencios en los que sabes que es mejor no seguir con la conversación. De ese tipo de silencios en los que el escalofrío que te recorre la espalda es una buena señal para no preguntar nada. José Andrés hizo caso omiso de esa señal.

     ¿Qué LIBRO?

El que ha hecho del mundo lo que es ahora… El del Apocalipsis…



Continúa aquí... 



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Una vez más, en esta entrada, unos amigos han tenido a bien colaborar sugiriendo 3 palabras cada uno. Os animo a que sigáis haciéndolo, si así lo creéis conveniente.


Mary: hermanita, fantasmagórico, erótico
Sandra: romano, motocicleta y....piélago
Ricardo: entrada, seguro y miedo