—
¿Alguien me puede decir por qué estamos aquí?
—Fue su apoteósica frase inicial.
—
Eh… ¿Por lo del libro…? —Dijo titubeante
un asistente, entre los murmullos de los allí congregados.
¿Libro? No sabía nada de un libro. Él desde luego no había
escrito ninguno. Su madre sí, escribió uno de recetas. Pero no podía
ser por eso.
—
¿Qué libro? —Preguntó, después muchas dudas.
Temía que la multitud se inquietara. Una cosa estaba clara,
si aquella gente se alborotaba contra él, le podían dar mucha cera.
El murmullo se intensificó.
—
El libro del advenimiento… —Era otra voz, igual
de titubeante que la primera— El que anunciaba su llegada ante nosotros. Hoy.
Ahora. Aquí.
Esto le desconcertó tanto que ni se molestó en preguntar el
significado de advenimiento. Quién era esta gente, y qué narices les hacía
pensar que era a él a quien estaban esperando. Hoy. Ahora. Allí.
No tenía ningún sentido.
Continuará...